Como sabéis, en este espacio no solo tienen cabida tendencias y consejos acerca de nuestra imagen. Me gusta hablar también de comunicación, de aquellas técnicas comunicativas que nos pueden ayudar en el día a día a conseguir nuestros objetivos. La percepción que tiene el mundo exterior de nosotros no solo depende de nuestra imagen física sino también de la manera en la que nos expresamos. De ahí que hayamos hablado tanto de comunicación no verbal hasta de cómo escribir correctamente correos electrónicos.
Uno de los aspectos fundamentales que se tratan en el asesoramiento es la capacidad negociadora. No se necesita ser político o un alto ejecutivo para saber negociar. Si os dais cuenta, durante toda nuestra vida negociamos continuamente: en nuestra vida personal y profesional, cuando vamos a adquirir un determinado bien, etc. Interactuamos con otras personas con un fin determinado, por ejemplo, mantener unas reglas en la pareja, conseguir un ascenso o adquirir un bien por el menor precio posible.
Si entrar en teorías sobre negociación, debemos tener clara una cosa: el éxito de la negociación se consigue cuando ambas partes ganan sin necesidad de luchar.
Para ello, antes de entrar en la negociación, debemos conocer perfectamente cuál es nuestro objetivo y cómo lo vamos a conseguir. Pongamos el ejemplo de la organización de una fiesta entre varias personas. Marcaremos un acuerdo de mínimos, es decir, el punto a partir del cual intentaría conseguir más cosas pero bajo el cuál no aceptaría ningún acuerdo. En este caso, mi acuerdo de mínimos es, por ejemplo, que se celebre en fin de semana por la noche.
Con estas reglas claras, negociaría con la otra persona estableciendo unas aspiraciones elevadas pero razonables. Ese sería mi acuerdo de máximos que, en una negociación, tenderá a reducirse. El límite estará en el acuerdo de mínimos que he definido anteriormente. Empezaré diciendo mis intenciones: una fiesta nocturna, por ejemplo, un sábado, en un determinado lugar con una serie de invitados concretos.
Durante la negociación, expondré mis argumentos de una forma convincente y no violenta. Quiero que la fiesta sea nocturna porque, por ejemplo, puede acudir más gente. Además, propongo un determinado lugar porque está bien comunicado.
La negociación debe ser asertiva nunca una competición a ver quién puede más.
Escucharé los argumentos de la otra persona y expondré una serie de opciones y concesiones (recuerda, de manera progresiva, siempre velando por mi interés y sin olvidar el límite del acuerdo de mínimos). Yo cedo en un aspecto a cambio de conseguir algo determinado. Mi acuerdo de mínimos es que sea en fin de semana por la noche pero puedo admitir que, en vez de un sábado sea un viernes. Si no es en el sitio que quería porque es caro para el resto de organizadores buscaría otro sitio de similares características pero más asequible.
Los expertos en este campo afirman que una relación a largo plazo siempre es la mejor prueba de que la negociación ha sido todo un éxito. Si el resultado no hubiera sido satisfactorio o hubiera engaño, ¿a que no volverías a negociar con esta persona? Seguro que se llega a un acuerdo y la fiesta sale adelante. En próximas ocasiones, no habrá problema para volver a negociar este tipo de asuntos.
Estas reglas tan sencillas son las que utilizan tanto en las relaciones internacionales como en los acuerdos mercantiles entre empresas pero puedes extrapolarlo a tu vida diaria perfectamente. Como ves, existen miles de ejemplos en los que negociamos sin que seamos conscientes de ello. Espero que con estas pequeñas reglas os resulte más sencillo conseguir vuestros objetivos.